5 meses habían pasado desde que entregamos la casa, cuando recibimos un mensaje con estas fotos:
Una mancha de agua en el pie de muro del Toilette. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Por qué aparecía ahora? ¿De dónde venía el agua? Muchas preguntas nos invadieron y ninguna respuesta. La primera sospechosa sería el agua de lluvia, pero hacía varios días que no llovía, así que por lo menos teníamos la certeza de que no se debía a una filtración por lluvia. El problema tenía otra explicación. La casa está a 100 km. de Córdoba, y sin demora habríamos viajado para diagnosticar y solucionar el problema, pero no podíamos, pues debíamos quedarnos en casa en cuarentena por la pandemia mundial de Coronavirus.
Muy recientemente habían instalado en el Toilette los calefactores de la calefacción central. Tal vez, fijando las velas a la pared, habían pinchado un caño. Esto era muy verosímil, pues el artefacto está fijado en la misma pared donde se veía la mancha de agua. Pero, ante la imposibilidad de viajar, todo quedaba en suposiciones y conjeturas. Con los días nuestra intriga y curiosidad crecían.
Como la pared a cuyos pies se veía la mancha de agua correspondía a la pared del Toilette, acordamos con el cliente que, hasta tanto pudiéramos viajar, cerrara las llaves de paso de agua fría y caliente. Así lo hizo y a los pocos días nos escribió avisando que el agua se había secado. Esto era el primer indicio de que, en efecto, el problema tenía relación con el sistema de agua fría y caliente, no con los caños de la calefacción central. Así descartamos una posibilidad. Sentíamos que estábamos más cerca de acertar el diagnóstico.
No obstante, lo extraño es que, a lo largo de toda la obra, los caños de agua habían estado llenos, y luego, durante 5 meses, habían estado en funcionamiento. ¿Por qué, entonces, se manifestaba ahora el agua? No era probable una falla no detectada, porque las fusiones entre caños y accesorios son una unión molecular, lo que significa que el accesorio y el caño, siempre que la fusión esté bien ejecutada, forman un mismo material. Pero en una obra todo puede pasar, y no queríamos descartar esta posibilidad, por remota que fuera. Más plausible era que la fuga estuviera en una llave de paso defectuosa. Suelen filtrar en el encuentro del núcleo de bronce con el cuerpo de polipropileno. Durante los días de cuarentena, no estuvimos ociosos, y buscando y buscando, encontramos fotos de obra de la instalación de agua, dato vital para entender cómo está diseñado el trazado de caños. Así, dimos con esta foto:
Fue un alivio ver la foto, porque temíamos que, acaso, cuando instalaron los artefactos de baño, pincharon un caño de agua, pero viendo la foto advertimos que no era posible, porque lo caños corren contiguos a la solera inferior de panel, lejos de todo peligro de ser perforado por un tornillo. El peor escenario era que la pérdida estuviera no en el muro, sino bajo el piso, en la carpeta de nivelación, lo que obligaría a levantar piso, picar y reparar.
Así estuvimos varios días, barajando diagnósticos, hasta que finalmente se flexibilizó la cuarentena y pudimos viajar. Y una mañana fría y soleada de Junio salimos, determinados a encontrar una solución.
No fuimos desarmados. Llevamos con nosotros nuestras herramientas de diagnóstico para estos casos difíciles:
-Higrómetro. Con un higrómetro medimos el contenido de humedad relativa en los materiales. Un valor entre 0 y 15 significa un material seco; arriba de 30, relativamente húmedo; 90 y más, mojado.
-Cámara termográfica. Con la cámara termográfica, medimos diferencias relativas de temperatura. Los colores rojo, naranja y amarillo, representan superficies más calientes que superficies de colores azul, violeta y celeste. Así, podemos detectar, sin necesidad de romper el muro, filtraciones de agua, comparando la temperatura relativa entre distintas superficies.
-Cámara endoscópica. Finalmente, con la cámara endoscópica, podemos ver dentro del muro, introduciendo una cámara de 6 mm. de diámetro dotada con linterna propia.
En el viaje, hablamos de nuevo con el cliente, quien nos dijo que desde hacía poco había empezado a escuchar el sonido de un goteo constante y parejo. Seguramente, a lo largo de los días, la fuga se había agravado, y por esto ahora se escuchaba el sonido. Lo reputamos por buena noticia, porque implicaba que la pérdida estaba en el muro, no en el piso como temíamos. Todo parecía irse acomodando, y ya habíamos acotado las posibles causas a una sola: algún problema con el sistema de agua fría y caliente.
El viaje fue tranquilo, la ruta vacía, el paisaje amarillo y quemado de helada. Cuando llegamos, ¡qué alivio ver que la filtración se debía a un flexible del lavatorio que estaba flojo! En sus cajas quedaron la cámara termográfica, la endoscópica y el higrómetro. Fin del misterio. Cáñamo, sellaroscas y problema resuelto. Entre mate y mate, saboreando un exquisito budín casero que nos convidaron, nos quedamos charlando, disfrutando la compañía después de tantos días de encierro.
Y nos volvimos a Córdoba, tan aliviados por haber descubierto que el problema fue una tontería como satisfechos y orgullosos por haber respondido, cumpliendo una vez más con nuestros valores y filosofía de trabajo.
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